martes, 24 de marzo de 2015

Breve introducción al caos

Y empezamos otra vez. Un nuevo blog, una nueva historia efímera, ¿o no?

Esta vez lo presentaré y me presentaré un poco a la vez, no del todo.
Digamos que tengo la dudosa suerte de estar estudiando en una universidad española, y llevo varios años ya conviviendo con este nuestro querido plan Bolonia. He disfrutado de clases que no deberían ser obligatorias y lo son, criterios de evaluación que varían, guías docentes inexistentes o atrasadas... Porque sí, ser de primera generación en tu universidad es una delicia, lo mires como lo mires. A los profesores no les gusta el nuevo plan, a los alumnos antiguos no les gusta el nuevo plan que les va pisando los talones, y a ti te tiene que gustar sí o sí, como las lentejas de tu madre.

También tengo la suerte, esta vez sí que pensaba que era así, de que gracias a un profesor-político (con más madera de lo segundo que de lo primero) me concedieran una beca de formación en una empresa, que además me permite ir media jornada e ir a clase. Y cobrando, nada menos (las cifras las dejaremos para otros detalles). A grandes rasgos: formación, experiencia y cobrar suena como de lo mejor que puede pasarle a un estudiante. Ver algo de eso que algunos dicen que existe, llamado dinero, es una perspectiva bonita se mire como se mire.

Peeero, y como siempre, hay un pero, estamos en España, Españistán para los amigos. Donde todos podemos pero nadie hace, así que la idea es, con un toque de exageración (o no, quizá no hagan falta ni hipérboles), contar mis experiencias en clave de humor, escritas en el tiempo libre que me invento para no dormir bien.

Quiero pensar, dejando esto como última reflexión, que de aquí a unos años podré leer esto y decir: cuánto hemos avanzado, pero siendo un poco más realista, creo que me conformaré (y hasta con un cierto alivio) de haber avanzado yo. Quién sabe, quizás entonces haya otra historia que contar, mientras tanto, mi historia es esta.

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